Cuando nos preguntan para qué sirve la biomecánica, lo explicamos de forma muy práctica: nos ayuda a medir, entender y mejorar el movimiento para prevenir lesiones y rendir más. En rodilla, esto significa recuperar y optimizar la flexo-extensión, el alineamiento y la carga. En fases tempranas tras cirugía o lesión, solemos integrar el movimiento pasivo continuo (CPM) en casa con nuestro K1 para no perder días clave —si lo necesitas, aquí tienes el alquiler artromotor Movipas— y, conforme avanza la recuperación, pasamos a análisis y tareas activas más finas (técnica, simetrías, control neuromuscular) que abordamos en nuestra evaluación de biomecánica deportiva.
1) Biomecánica deportiva en claro: qué es y para qué la usamos
En nuestro día a día, la biomecánica es medir para decidir. Nos permite:
- Cuantificar rangos de movimiento (ROM), velocidad y control del gesto.
- Detectar asimetrías de apoyo y patrones que sobrecargan la rodilla.
- Diseñar progresiones seguras (volumen, intensidad, complejidad técnica).
- Verificar que la intervención funciona (menos dolor, más ROM, mejor técnica).
No nos quedamos en definiciones: cada medición debe cambiar una decisión (subir o bajar rango, ajustar velocidad, modificar técnica, pausar o derivar).
2) La rodilla en el centro: qué medimos (ROM, valgo/varo, simetrías de carga)
En rodilla, nuestra batería mínima incluye:
- ROM de flexo-extensión: buscamos extensión completa y una flexión funcional (110–120° según caso).
- Alineación dinámica: control de valgo/varo en apoyo unipodal, sentadilla y aterrizajes.
- Simetrías de carga: reparto de peso y tiempo de apoyo entre piernas.
- Calidad del gesto: cadencia y amortiguación al correr/saltar, desaceleraciones y cambios de dirección.
Cuando aparece déficit de extensión o un valgo marcado, lo tratamos como alerta técnica: cualquier trabajo de fuerza o impacto se reordena hasta que el patrón sea estable.
3) De la teoría a casa: cómo integramos movimiento pasivo (CPM) y trabajo activo
Tras cirugía/intervención o ante adherencias, el CPM (Artromot K1) nos permite mover sin dolor y prevenir adherencias en los primeros días. Lo combinamos con:
- Activación suave (isométricos, glúteo medio, core) para proteger la rodilla.
- Movilidad activa asistida cuando el tejido lo permite.
- Educación: pautas claras para que la persona no fuerce y entienda señales de progreso.
En nuestra experiencia, empezar temprano con sesiones controladas hace que el paciente llegue a fisioterapia menos rígido y listo para introducir trabajo activo con mejores sensaciones.
4) Progresión segura: pasar de −10° a 120° y preparar la vuelta al deporte
Con el K1 trabajamos un rango de −10° a 120° y preferimos avanzar sin sobresaltos:
- Frecuencia: 3 sesiones al día.
- Duración: 45–60 minutos por sesión (ajustamos si hay fatiga o sobrecarga).
- Progresión: añadimos 5–10° por día si el tejido lo tolera. Si aparece dolor punzante, retrocedemos 5° y bajamos la velocidad.
- Cierre de sesión: unos minutos en extensión suave; si hace falta, frío local.
Nos funciona llevar un diario simple (rango inicial/final, dolor 0–10, rigidez al día siguiente). Esa información guía cuándo pasar de CPM a tareas activas (sentadilla parcial, marcha consciente, técnica de carrera progresiva) y, más tarde, a pliometría baja y gestos específicos del deporte.
5) Señales de alarma y decisiones: cuándo ajustar, pausar o derivar al médico
Ante estas señales, paramos y contactamos con el equipo médico:
- Dolor punzante que no cede al bajar rango/velocidad.
- Aumento brusco de inflamación, calor local, enrojecimiento.
- Sangrado o supuración de la herida.
- Fiebre o parestesias persistentes.
Nuestra regla de oro: la biomecánica no sustituye al criterio médico; aporta datos para coordinar mejor.
6) Casos reales: lo que vemos cuando aplicamos biomecánica en rodilla
- Post-prótesis de rodilla: empezamos con extensión prioritaria y una flexión conservadora. Con 3×/día y ajustes finos de velocidad, solemos ver que el paciente supera los 90° con menos miedo; la transición a 110–120° llega con menos rigidez.
- Adherencias por inmovilización: el trabajo pasivo temprano + educación (no “perseguir grados” a toda costa) reduce picos inflamatorios.
- Deporte de impacto (fútbol, running, basket): detectamos valgo dinámico en aterrizajes; antes de saltos avanzados, trabajamos alineación + control excéntrico para descargar la rodilla.
Conclusión
La biomecánica nos sirve para medir lo importante y tomar decisiones que protegen la rodilla y aceleran el retorno al deporte. En fases tempranas, el CPM facilita un arranque sin dolor y, más adelante, la medición técnica guía la progresión activa. Si necesitas empezar en casa con todas las garantías, gestionamos el alquiler artromotor Movipas; cuando toque afinar gesto y cargas, nos apoyamos en nuestra evaluación de biomecánica deportiva para cerrar el círculo.
7) FAQs sobre biomecánica y rodilla
¿Para qué sirve la biomecánica si “solo” quiero volver a correr?
Para verificar que tu patrón es eficiente y seguro: cadencia, alineación, tiempos de apoyo y control excéntrico que protegen la rodilla.
¿Cuándo empiezo con el CPM y cuánto tiempo?
Si el equipo médico lo permite, muy pronto. A nosotros nos funciona 3×/día, 45–60’ y progresión 5–10° según tolerancia.
¿Cómo sé que estoy listo para pasar a trabajo activo?
Cuando toleras el rango sin rebotes inflamatorios, controlas extensión completa y el dolor se mantiene estable a la baja.
¿Qué hago si un día estoy peor?
Mantenemos el rango del día anterior o retrocedemos 5°, bajamos velocidad y priorizamos calidad de movimiento.
¿La biomecánica es solo para lesionados?
No. También la usamos para mejorar rendimiento (técnica, economía de carrera, saltos) y prevenir sobrecargas recurrentes.

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